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YOM YERUSHALAYIM

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Hoy se conmemora el día de Jerusalén, YOM YERUSHALAYIM[1] "Im esh-kajéj Yerushalayim tishkáj yeméni....Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Jerusalén Como preferente asunto de mi alegría.[2]" El lazo indivisible y eterno entre el pueblo de Israel y Jerusalem, la ciudad de la paz, comenzó cuando David fue coronado rey de "todo Israel" y decidió, como símbolo de la unidad nacional, establecer una capital neutral. Su primera acción fue la de conquistar la ciudad con su ejército personal para asegurarse que ninguna tribu dijera: 'es nuestra'. Jerusalem sería de todo el pueblo de Israel sin distinción y nadie de  entre las tribus que conformaban el pueblo podría atribuírsela como propia. Conquistada la ciudad y convertida en la capital nacional, fueron reforzadas sus fortificaciones, y con ayuda de artesanos fenicios construyeron un palacio y reconstruyeron el Tabernáculo para llevar a él el Arca de la Alianza y asentarla en la ciudad. Desde ese momento, Jerusalem además de la capital política, devino en centro espiritual del reino convirtiéndola, como dice la Torá, en el lugar 'que Dios, ha escogido para poner allí su nombre'. La noción de Jerusalem sagrada nació, pues, en el siglo X a.e.c., como resultado de las acciones que David, rey de Israel, realizó para brindarle a Jerusalem su espíriTú. Salomón, su sucesor, se preocupó de la imagen de la ciudad, construyendo el Templo y convirtiendo la ciudad en un centro de comercio internacional. A la muerte de Salomón y con la división del reino, la ciudad continuó como capital, pero esta vez, de la reducida monarquía de Judá.... En la época del exilio babilónico, ciudad y templo fueron convertidos en polvo a causa de la devastación de Nabucodonosor, - 586 a.e.c. -. El recuerdo de Jerusalem quedó impregnado como una imagen pura e idílica en la mente de los exilados, encontrando  su máxima expresión inmortal en los libros de Salmos y Lamentaciones: "¡Como ha quedado sola la ciudad populosa,la grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, la Señora de provincias ha sido hecha tributaria. Amargamente llora en la noche y sus lágrimas están en sus mejillas..." (Lam 1,1ª) "Cesó el gozo de nuestro corazón; nuestra danza se cambió en luto. Cayó la corona de nuestra cabeza;¡Ay ahora de nosotros!....por esto fue entristecido nuestro corazón por esto se entenebrecieron nuestros ojos. Por el monte de Sión que está asolado..." (Lam. 5; 15-17) Los exiliados regresaron cincuenta años más tarde y, a pesar de la devastación, la desolación y el desencanto, lucharon y trabajaron duramente en la reonstrucción de la ciudad capital. Una nueva devastación de la ciudad y la destrucción del Segundo Templo aconteció el año 70 de nuestra era, esta vez fueron los romanos quienes se enSeñorearon de la región y el exilio, más prolongado y terrible, dio origen a una diáspora que existe hasta el día de hoy. "Jerusalem ha sido también parte de la historia universal además de ser la capital  única y eterna del pueblo judío y el lugar donde los profetas Isaías y Jeremías expresaron sus pensamientos que influenciaron actiTúdes  éticas y religiosas de media humanidad, fue ella el escenario del postrer ministerio de Jesús y en ella se le crucificó. Y es, para los musulmanes, el lugar desde donde el profeta Mahoma ascendió al cielo....". "La historia de Jerusalem es [pues, parte de] la historia del hombre, la  historia de guerra y de paz, de  grandeza y miseria, de excelsa sabiduría y de sangre fluyendo por las acequias...". "Pero en esta historia hay un hilo dorado, un elemento que asoma a través de ella en forma constante: es el irrompible lazo del pueblo  judío con su ciudad...". "La historia de esta asociación es repetidamente interrumpida por una sucesión de conquistadores: egipcios, asirios, babilónicos, persas, seléucidas, romanos, árabes musulmanes, cruzados, mamelucos, otomanos, y británicos. Empero, en el  transcurso de los tres mil años desde que David ungiera a Jerusalem como asiento de la autoridad de Yisrael, la vinculación espiritual de los judíos con esta ciudad se manTúvo incólume. Es esta una singular vinculación...".[3]. "Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: ¡Cantadnos algunos cánticos de Sión! ¿Cómo cantaremos cánticos de HaShem (Adonai) en tierra de extraños? Si me olvidare de ti, Oh Jerusalem, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalem como preferente asunto de mi alegría...".[4] Siempre, a través de las cenTúrias de su Diospersión, en cualquier lugar en que se encontrasen, los judíos oraron por el retorno a Sión, por la vuelta a Jerusalem. No hay alegría completa, siempre un vínculo, un instante, aunque fuere un segundo,  nos recuerda nuestra unión con Jerusalem: en toda ceremonia de matrimonio, por ejemplo,  se rompe una copa de vidrio para recordar la destrucción del templo y la  devastación de la ciudad, no hay edificaciones terminadas porque siempre, en algún rincón, los judíos dejan  parte de un muro sin terminar, para simbolizar el carácter temporario de esa construcción que servirá de vivienda hasta que su propietario pueda regresar a Jerusalem; todas las casas de reunión, las Sinagogas, se orientan en dirección a Jerusalem, y en cada celebración se repite la frase: Le-shaná haba birushalayim,El año próximo en Jerusalem. Y es que desde que el rey David unificara a la nación hebrea y proclamara a Jerusalem su capital política y religiosa, Jerusalem y el pueblo judío son una unidad un sólo corazón latiendo al unísono y ligados inextricablemente a su pasado bíblico, a su presente y a su futuro y también ligado a sus sentimientos, emociones y esperanzas. [1] Bibliografía:Tanaj: Lamentaciones  1:1-2,5:15-18,, Salmos 137, Kolleck y Perlman, Jerusalem, sacred city of mankind. [2] Salmo 137, 5-6. [3] Kollek, T. Jerusalem, sacred city of mankind. [4] Salmo 137, 3-6. Extracto del libro "Costumbres y tradiciones judías" de Ana Maria Tapia Adler.